jueves, 16 de diciembre de 2010

Huevo pasado por agua con taquitos de jamón, pavo y nueces.

       Cuando la princesa Ku Thai cumplió trece años se dio cuenta de que su rostro iba cambiando. Sus pómulos se afilaban y su boca engrosaba de labios y éstos tornábanse rojizos. Acostumbrada a ser admirada por su belleza y candidez, Ku Thai temió los comentarios y burlas de la corte. Se hizo tejer una docena de velos que le permitieran ver a través mientras ocultaban su rostro. Tan sólo a la hora de acostarse tenía a bien descubrirse, sólo cuando sus damas de compañía habían salido de su dormitorio. Éstas cuchicheaban maliciosamente entre ellas. Su padre el rey viudo Si Chai, intentó hablarle pero no supo cómo hacerlo y volvió a sus cosas de gobierno. Así pasó un año. Cuando Ku Thai cumplió los catorce años se dio cuenta de que sus pechos iban abultando cada vez más y sus pezones se habían vuelto del tono de la tierra húmeda. Además sus caderas habían ensanchado y marcaban una fina curva que las separaban de la cintura. Entonces mandó hacerse otra docena de mantos de corte recto que disimularan aquellas nuevas formas que ella juzgaba tan monstruosas. también prohibió los espejos en sus estancias. Como vio que los cuchicheos entre sus damas aumentaron, decidió liberarlas. Éstas una vez volvieron al seno de sus familias, extendieron el rumor de que la princesa, antaño bella y graciosa, padecía un mal que la había vuelto fea, deforme y taciturna. Alguna aseguraba haberla visto y se jactó de su desgracia. Ku Thai se encerró definitivamente en sus estancias e hizo saber a su padre que jamás se la volvería a ver. Si Chai consciente de la imposibilidad de entendimiento entre él y su única heredera y desesperado ante la idea de no poder asegurar su dinastía, mandó a la más inteligente de sus concubinas, que atendía al nombre de Yin y tenía gran poder de persuasión. Yin pidió el mejor traje de la que había sido reina y madre de la princesa, además de su perfume secreto, luego con aquel atavío fue a entrevistarse. Ku Thai la dejó pasar ante sus amables palabras y su delicada voz. Dentro reinaba la oscuridad, pero aún así, la princesa se hallaba tras una celosía vestida sus anchos ropajes. A Yin le pareció un cojín de sombras. Cuando la princesa acabó el relato de los hechos Yin comprendió todo y vio su oportunidad.
            -Mi señora, entiendo como mujer que también soy, la desgracia que sufrís-dijo lisonjeramente-, pero no olvidemos en vuestro caso sois además princesa y que vuestras decisiones pueden volverse en contra del reino.
            -Sé que debo pensar en el reino que mi padre administra-se lamentó Ku Thai-, pero qué hacer.
-Si tuviera a su madre al lado- suspiró Yin en la oscuridad-… pero hay que aceptar los designios que los dioses nos ponen, no obstante mi señora-su tono se hizo más amable-, ya que ellos mismos en su inagotable sabiduría me han enviado aquí, bien puedo hacer de madre o de consejera, aunque si así lo queréis-tomó aire dramáticamente-, es preciso que conozca su mal.   
Ku Thai lloró con toda su inocencia mientras Yin descorría las cortinas. La luz penetró en la estancia. La princesa comenzó a quitarse su aparatoso atuendo hasta quedar desnuda. Yin tuvo que emplear todas sus dotes para no revelar la admiración que aquella figura le causaba. En efecto la princesa no era la adorable niña que solía, en su lugar se encontraba ahora la más bella, pero también la más secreta, de las mujeres. Todavía sigue siendo una niña en su interior, pensó complacida Yin, mi suerte depende de que continúe creyéndolo.
-Nadie puede ver esto, mi señora-dijo Yin cubriéndose el rostro con su abanico-, volveré a correr las cortinas, pero antes dejaré algo de luz para poder escribir la petición que le haremos al rey, dadme pluma, tinta y papel.
Poco tiempo después la princesa firmaba entre sollozos el documento que Yin había redactado. En él Ku Thai pedía que se le sacara en secreto de la corte y se le instalara en la torre del bosque para que viviera oculta y olvidada.
Cuando Yin le entregó la misiva a Si Chai, éste la leyó en silencio. Abrumado, la arrojó al suelo y recitó el siguiente párrafo: “Sin posibilidad de que mi deformidad ofenda la dignidad de nuestra familia y la memoria de tu esposa y mi madre difunta.” 
Las lágrimas asolaban los ojos del monarca. Yin le tomó la mano.
-¿Cómo renunciar a mi heredera?-exclamó-¿Qué será de la dinastía?
-Mi rey no te apenes-susurró Yin-, sustituirás a Ku Thai por mi hermana menor, a quien nadie conoce en la corte y que es linda y virtuosa, y además es de edad similar. Contrataremos a las mismas damas y les diremos que la princesa tuvo un arduo cambio de niña mujer.
-¿Cómo la oruga se transforma en mariposa?
-Exacto, mi rey, eso diremos, y nadie lo pondrá en duda, os lo garantizo. Y aún tendré tiempo yo de daros un heredero legítimo, uno varón que garanticé la dinastía.
Así lo decidieron y Ku Thai fue trasladada a la Torre del Bosque.
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 La leyenda continuará en el siguiente post.

   
Hoy no.

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